viernes, 8 de noviembre de 2019

La ley económica y la educación superior

Las secuelas del correísmo siguen en este tema como en muchos en el país. En el sistema de Educación superior, primero con CONESUP y CONEA; luego con CES y CEAACES; y ahora con CES y CACES, se impuso el mismo modelo de cooptación política del gobierno correista que en la etapa 2012 en adelante, en esta al igual que en todas las áreas, tuvo su momento cumbre de totalitarismo. 

El sistema degeneró en concursos totalmente amañados a todo nivel y un ambiente completamente político e ideológicamente orientado en el manejo de la educación superior del pais. Tóxico a máximo nivel! 

Las universidades fueron presionadas primero, sometidas despues y finalmente capturadas por el poder político encabezado por el delincuente mayor de la educación superior que presidía el SENESCYT y manejaba los hilos de las marionetas que colocaban en las instituciones de control y en las universidades públicas; llegando incluso a usurpar los rectorados de las universidades privadas en una carrera desenfrenada por captar la academia y emplearla como respaldo de sus tesis y acciones SENPLADISTAS revistiéndolas de falsa legitimidad académica. 

Todo el engranaje respondía a consignas políticas, y a quienes no se dejaron sobornar o no eran de su cuota, los mantenían sometidos con exámenes, evaluaciones, demoras inútiles en la aprobación de sus programas, intervenciones y finalmente con viles capturas a través de elecciones o designaciones a su gusto. 

Llegaron a poner condiciones absurdas como aquella de que para ser rector de una Universidad se requería ser PhD. Para eso graduaron o reclutaron, romántica pero perversamente a gran cantidad de “doctores”, así con comillas por el dudoso origen de sus títulos, y reclutaron “doctores” principalmente cubanos que luego pondrían en las IES en las que les resultaba simple hacerlo. Pero como eso no les bastaba en algunos casos, además se inventaron que el título de doctor debía tener una leyenda que acredite que ese título era apto para la educación superior, claro que esa leyenda la colocaba el SENESCYT-CES, y así impidieron que muchos doctores reales siquiera participen de los procesos de elecciones universitarias. 

Pero eran de ataques tan selectivos y descarados, que se inventaron otras normas sobre normas, para aplicarlas caso a caso, como aquella de que para ser rector de una universidad no era válido un título de doctor obtenido en esa misma universidad. Todo encaminado a poner en los puestos de dirección a sus partidarios o a gente que finalmente iban a mantenerse neutros con la espada de Damocles sobre su cabeza. 

El sistema universitario en efecto se doblegó en muchos casos. La universidad, referente académico necesario e imprescindible, estaba a su servicio para validar las teorías económicas y sociales seudo científicas, exhibidas por los genios de SENPLADES que controlaron todo, desde economía , hasta ejecución,  pasando por presupuestos y priorización de inversiones y obras, con perversa precisión para servir a los intereses del correismo en su versión más corrupta. 

En algunos casos se mejoró la calidad de la educación superior, en otros casos que son la mayoría, se cumplió a medias con las normas,  pero la calidad no se mostró nunca mejorada pues los rankings universitarios internacionales no vieron aparecer los resultados del milagro ecuatoriano, dejándonos nuevamente el sinsabor de un milagro simulado, fallido y propagandístico. 

Y ahora que con el proyecto enviado por el régimen a la Asamblea, indebidamente se trata de volver a prácticas insanas e incorrectas, a través de “facilitar” el aparecimiento de ofertas académicas de postgrado, que fácilmente serán truchas, se rasgan las vestiduras y reclaman para si el derecho de haber eliminado a las universidades de garage y a ciertas universidades como la cooperativa de Colombia que obviamente fueron un fraude académico; aunque ninguno llegó a tanto como el mayor fraude académico de la historia nacional que es Yachay, no solo por su concepcion, sino por su manejo y orientación propagandística y de falsa ciencia, a la cual, al mejor estilo de los comunistas soviéticos o los nazis alemanes, se le proveyeron de recursos ilimitados para mostrarse como exitosos. Y en eso no dudaron en arrastrar a académicos y profesionales reales, e incluso estudiantes del mejor nivel, que deslumbrados por la promesa del jaguar, creyeron que era legítimo apoyarlo, aunque pronto se desnudó de cuerpo entero la verdadera intención del régimen: propaganda política a través de la ciencia y la academia. 

Las eliminación de las universidades de garage y de la cooperativa de Colombia, así como las bases de diversas leves mejoras en el Sistema de Educación Superior, se dieron cuando los rectores participaban de los sistemas de control de la educación superior y su calidad, y cuando no se tenía la voluntad única del Senescyt por sobre la validez de argumentos y criterios académicos de excelencia que son bien conocidos y reconocidos.

No nos van a engañar haciéndonos pensar que en la academia algo hicieron bien. La era correista malsana y descaradamente corrupta con sus mayores exponentes enquistados en el CES y CACES, no tienen la legitimidad necesaria para que la academia y el país los reconozca como legítimos contradictores de quienes ahora, aprovechando precisamente de sus abusos y de la destrucción de la capacidad de reacción de autoridades, estudiantes y profesores, pretenden hacer negocios igual o más de turbios que los que antes se hicieron. 

La academia tiene que salir por sus fueros y recuperar la decencia y legitimidad académica que les robaron. 

Los estudiantes y profesores tienen que recuperar su autoestima y transformarse en quienes verdaderamente conduzcan a mejor puerto a la masa gris de este país. 

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