jueves, 3 de junio de 2021

Ciudadanía Responsable

 Ciudadanía Responsable 


Carlos Vera Quintana

3 junio 2021 


En Ecuador los gobernantes pasan por una muy breve luna de miel con el pueblo y por una amarga separación cuando terminan su período. Una separación que deja muchas dudas sobre la calidad de la gestión de los dignatarios electos y enormes certezas sobre su corrupción directa e indirecta, evidencias de abusos y arbitrariedades que luego tienen importantes repercusiones negativas para el Estado e incumplimientos de las ofertas de campaña que se realizan para llegar al poder, mas no para cumplirse pues no hay forma alguna de evaluar y menos sancionar cuando esto ocurre que es casi siempre, cuando no siempre. 


En este mismo momento tenemos dignatarios presos, fugados, sindicados, removidos, destituidos o enjuiciados. Y de seguro muchos más están siendo investigados. 


Sin detenernos a analizar quiénes de estos son realmente culpables o quienes víctimas del complot político de turno, el resultado es el mismo pues todo se reduce a unos corruptos contra otros disputándose a dentelladas el poder, aprovechándose de la volátil voluntad del pueblo y de la facilidad con que pasamos del amor al odio, eligiendo con memoria corta y sin análisis responsable a aquellos que pronto serán los próximos parias de la política nacional. 


La metamorfosis de político honesto a corrupto juzgado, a víctima reelecta y luego vuelta a juzgar, es la norma.


Y el pueblo en lugar de dar un giro completo contra los políticos, más bien se cansa de aquellos que denuncian, de quienes enfrentan al poder corrupto o de los que protestan en las calles. Y es que en este último grupo se turnan igualmente de forma pendular los que están en el poder, los que ya estuvieron o los que aspiran a tenerlo. Y eso desacredita la lucha y protesta social que debería ser legítima desde cualquier punto de vista. 


Los grupos de poder se multiplican y la lucha se torna más compleja ubicándose en los más diversos escenarios. Y somos el pueblo, es decir nosotros, quienes les proporcionamos esa opción al elegirlos. 


Las leyes están hechas para que quien se descuide y no comparta lo que el poder les otorga, sea cuando más levemente sancionados, pero los dineros mal habidos  nunca se recuperan y las responsabilidades por las decisiones mal tomadas nunca implican consecuencias para quien las tomó. Ellos, todos los políticos de turno, saben que tienen que ser flexibles y proporcionarse unos a otros caminos para evadir la justicia y sus sanciones, pues algún día, más tarde o más temprano, estarán en necesidad de usar esa opción. 


Por ahí deberíamos empezar, con normas serias y efectivas, que realmente motiven la acción política correcta y sancionen contundentemente a los usurpadores del poder legítimo. 


Podemos concluir, sin pretender llegar a una solución definitiva, que es hora de ponernos a trabajar en buscar la forma de terminar con esta posibilidad que les damos a aquellos a quienes colocamos en el poder con nuestro voto. Queda claro que la opción siempre es nuestra siendo ciudadanos responsables a la hora de elegir, optar por ser elegidos o actuar si somos electos. 


Al final del día también en política se empieza a cumplir eso de que el delito nunca paga, pues los corruptos están siendo atrapados en una verdadera lucha de mafias, y en ese enfrentamiento algunos sucumbirán, otros muchos  vivirán fuera ñ, lejos de sus familias, y los que lograron quedarse estarán rodeados de los amigos que el dinero o las influencias les compraron y de enemigos que los estarán acechando en cualquier momento y lugar, esperando solamente el momento oportuno de darles el golpe y reemplazarlos.  Y eso para nada es vida! 


Nosotros somos quienes debemos cambiar, jamás cansarnos de quienes denuncian, jamás alegrarnos con el corrupto buena gente con quien nos tomamos fotos o compartimos la mesa y menos aún de ser dóciles complacientes y seguir actuando como masas deformes que actúan por impulso, la cara bonita o el discurso fácil.  


Si no cambiamos, seguiremos lamentándonos del próximo gobernante prófugo, preso o con grillete.