viernes, 11 de mayo de 2018

Cambiar el Chip!

Una característica de los pueblos y personas que salen adelante, es su capacidad para dejar de quejarse de todo, de culpar a otros de sus propias deficiencias y de abandonar el chauvinismo local que tanto daño nos hace. 

A nivel internacional muchos son los ejemplos de pueblos, naciones y ciudades que enfrentaron sus realidades adversas y las transformaron inteligentemente logrando impensados desarrollos. 

Para esto se requiere  espíritu de unidad y un liderazgo positivo que cambie el chip de los ciudadanos, de los empresarios y de los profesionales llevándolos a asumir, con una visión única de futuro, acciones integrales, consensuadas, de largo plazo y proyección, que les permiten forjar un destino que luego sea referenciado como exitoso pese a las adversidades naturales, posición geográfica adversa, problemas internos como el centralismo o la concentración política y económica, el tamaño o la situación con que iniciaron su transformación.  

Qué diferencia a estos pueblos y ciudadanos para permitirles pasar de sobrevivientes a exitosos ejemplos sociales y económicos? La respuesta no está en los mesias salvadores sino en la auto estima, el liderazgo con visión de futuro y el reconocimiento de que solamente nosotros podemos cambiar y cambiarnos. 

Del otro lado de estos exitosos, están los ejemplos de ciudades y grupos que viven permanentemente culpando a terceros de todos sus males y de los males de su entorno, pretendiendo cambiar esta situación sin cambiar las formas de enfrentarla. 

Protestan porque no tienen un servicio o una representación y no son capaces de asumir responsabilidades cuando tienen la oportunidad, ni de cambiar ese estado cuando ostentan dignidades que posibilitan hacerlo. Protestan porque otros tienen mejores condiciones de desarrollo, pero siguen eligiendo a los mismos que por décadas los han encantado con sus cantos de sirena y falsas promesas. 

Es hora de cambiar el chip, de ser inconformes con soluciones prácticas que provengan y dependan de nosotros mismos y de buscar en la unidad, como pueblos y ciudadanos, la motivación para cambiar y cambiarnos. 

El Manta, el Manabi y el Ecuador del futuro exigen una nueva generación de líderes pensadores y ejecutores, capaces de concretar nuestras potencialidades y de cambiarnos el chip del permanente reclamo, de culpar a otros y depender de terceros, por el de la unidad, la cooperación y las fortalezas que nos engrandecerán desde nuestras propias visiones y acciones, sin chauvinismos pero también sin falsas resignaciones que solo denotan incapacidad. 


Seremos capaces?