miércoles, 4 de noviembre de 2015

A revivir los gremios profesionales

Los gremios profesionales fueron, durante décadas, el sostén de la generación y desarrollo de políticas para los sectores estratégicos, e individualmente o en alianza con sindicatos y gremios empresariales, los proponentes de las más importantes iniciativas para promover el aprovechamiento en beneficio nacional de sus principales proyectos y para evitar las privatizaciones que, periódicamentem promueven poderosos intereses creados e impulsados planificadamente por gobiernos y autoridades de turno, en afanes nada inocentes de hacerse con la carne y dejarle al Estado, o sea a todos nosotros, los huesos.

En el presente gobierno por diferentes razones, ninguna de ellas justificada, se intentó, y en gran medida se logró, desmantelar la estructura y organización gremial profesional con la que contábamos en el país, eliminando la obligación de afiliación para el ejercicio profesional, a cuento de la libertad de asociación, en un acto que solamente fue un pretexto para anular a gremios empresariales que se identificaban como otro frente político a enfrentar por el Gobierno. Con este golpe certero, y con poca o escasa capacidad de reacción de los gremios profesionales, éstos quedaron en el práctico abandono y muchos no sobrevivieron o sobreviven solamente gracias a la convicción de quienes los integramos y seguimos aportando, como siempre lo hemos hecho, para mantenerlos vigentes.

Los gremios profesionales, de los cuales salieron muchos Ministros de Estado e incluso Presidentes y Vicepresidentes de la República, son el mayor tanque de pensamiento al cual debe recurrir todo País con un gobierno sensato, para apuntalar su planificación, afianzar su desarrollo y orientar la pertinencia de la Educación Superior. Sin los gremios profesionales, no existe la voz guía profesional, la técnica juega un rol secundario y la política se entroniza en la toma de decisiones, dejando una estela de inversiones malas, innecesarias, excesivas, duplicadas o improductivas que acompañan a aquellas exitosas que también existen.

La tradición democrática de los gremios profesionales,  muy específicamente de los gremios de la ingeniería nacional, que es al que nos pertenecemos, resalta en medio de una clase política ávida de poder y de reelecciones indefinidas. El buen manejo de sus recursos y la transparencia de sus dirigentes, mantuvo estos gremios vigentes por décadas y es hora de que retomemos el trabajo para que nuevamente el ejercicio profesional, sea promovido, controlado y apoyado por pares.

Las Instituciones de la Educación Superior, cumplen su rol en las aulas. La pertinencia es el principal nexo con el ejercicio profesional y con la vida real por tanto, pero la academia no puede, no debe, evaluar, acreditar o normar el ejercicio profesional que igualmente se contempla en la Constitución, con atributos de calidad y titulación. Este es el rol que debe estratégicamente asignarse a los gremios y que así debe retomarse, para promover la asociatividad, la evaluación continua, la especialización profesional permanente, las propuestas de políticas públicas desde la ciudadanía en ejercicio profesional, el peritaje de la práctica profesional y las políticas educativas post universitarias con realimentación de resultados de aprendizaje reales, así como la contratación pública transparente, equitativa y distributiva.

Los gremios nacionales de ingeniería a su vez, deben promover su presencia política activa para que al igual que hoy se han incorporado en los partidos políticos los grupos de profesionales o participan de política partidista los dirigentes gremiales aliados a los partidos políticos, tengamos opciones reales de impulsar la agremiación profesional como una práctica democrática necesaria, si queremos contar con profesionales idóneos que lideren la opinión pública en los temas de su competencia.

El tejido social enorme que involucra a los gremios profesionales, se encuentra intacto para ser reactivado por líderes con nuevas ideas y nuevos líderes que nos proyecten al futuro con efectividad, dada la cercanía de los profesionales con los ciudadanos que requieren sus servicios y con los colegas que comparten las dificultades de la profesión, la cercanía de miles de nuevos profesionales que deberán contar con un medio de trabajo idóneo, estable, sostenible y alineado con las políticas de desarrollo nacional y las circunstancias actuales que exigen la vigilancia permanente sobre los recursos del Estado en los proyectos estratégicos, en las nuevas y futuras alianzas público privada y en la no privatización por la que tanto luchamos y que nuevamente exige nuestra atención.

El Norte hacia el cual debemos enrutarnos como país debe sustentarse técnicamente para que se mantenga en el tiempo. Los profesionales y sus gremios deben ser parte institucional de la planificación nacional y de la generación y desarrollo de políticas de desarrollo, para que ésta se oriente más pragmáticamente y se realicen periódicas evaluaciones para realimentarlas y asegurar su continuidad y la consecución de los objetivos que las motivaron.

El llamado y la alerta están hechos. Los profesionales y los gremios que nos agrupan y que durante décadas han sido el pilar para evitar que Ecuador sea caldo de cultivo de privatizaciones y malos negocios para el Estado que siempre son buenos negocios para unos cuantos, debemos convocarnos para reagruparnos en nuevas estructuras gremiales, con una nueva Ley de Ejercicio Profesional que esté acorde con el necesario, aunque no siempre bien enfocado, cambio de la matriz productiva.

Lo deseable es que desde el poder político, desde los asambleístas y desde la institucionalidad del Estado, se impulse con energía un gremialismo profesional independiente, transparente y con opciones de ser el socio estratégico de un Estado que para resolver una situación de crisis, política y económica que se avecina con mayor fuerza, requiere de su concurso. Si esto no se da por acción u omisión de la clase política, debemos tomar las riendas de nuestro propio guión y actuarlo con decisión, madurez y patriotismo.





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