lunes, 16 de septiembre de 2019

Protección de Datos y servicios públicos en línea

Toda historia de recopilación de datos de los ciudadanos comienza con una buena idea: Facilitar el acceso a los servicios, mejorar la experiencia del usuario y optimizar la respuesta de los sistemas.

Suena bien no? Pues esta historia como muchas otras no termina bien cuando existe un evidente desconocimiento tecnológico, legal y ético, sobre lo que significa la protección de datos personales de las personas.

En Ecuador, la ausencia total de una política coordinada y única, de protección de datos personales y de cyber seguridad, nos ubica en un entorno de máxima vulnerabilidad para nuestra privacidad, intimidad y seguridad. Los servicios de reconocimiento facial, la digitalización de cédulas, pasaportes, historias clínicas, hoja de vida y de relacionamiento de los ciudadanos, ha quedado expuesta en más de una oportunidad por la débil o inexistente política de protección de datos personales y de aseguramiento de la información.

Si bien las vulnerabilidades existen aun en los sistemas más sofisticados, el deber de quienes custodian la información es mantener sofisticados sistemas de protección y respuesta a incidentes, que aseguren prevenir los ataques o, en el peor de los casos, reaccionar a tiempo ante un ataque para minimizar los daños y parchar las vulnerabilidades antes que cualquier incidente se transforme en desastre. Los sistemas deben permitir determinadas acciones que garanticen los derechos civiles y humanos de los ciudadanos, para que las personas confien, operen e interactuen de modo digital con los gobiernos y empresas, intercambiando datos, información sensible y personal, información financiera, etc.

El diseño de un sistema de manejo de datos personales debe incluir:

    • Un marco legal ágil y dinámico.
    • La obligación de no requerir del ciudadano sino la información estrictamente necesaria para la función o servicio a prestar. 
    • La certeza información recopilada de modo directo o indirecto en el ejercicio normal de una función, de ningún modo será compartida, excepto bajo consentimiento expreso de su propietario o con orden de un juez y, en ambas situaciones, bajo la supervisión estricta sobre su uso y destino.
    • La política de que no se requerirá del ciudadano información que el Estado ya tenga sobre él.
    • La garantía de que figuras como el Habeas Data, el derecho al olvido, a la intimidad y otros relacionados, se aplique sin restricciones, de modo imperativo e inmediato, so pena de sanciones para quien se niegue a cumplir este deber. 
    • La certeza de que las fallas por acción u omisión en la custodia de datos, tenga responsabilidades legales y administrativas
    • La garantía de que existirá la constante actualización normativa, de política y tecnológica de acuerdo a la dinámica de la era digital y a las demandas de los ciudadanos.
    • La garantía de que se contará con unidades especializadas, personal y recursos para prevenir y responder a las amenazas, ataques y vulnerabilidades relacionadas con datos e información y con las consecuencias delictivas del acceso no autorizado o uso ilegal de los mismos. 
    • La garantía de que existirá la suficiente y permanente socialización y comunicación sobre el acceso a información personal de cualquier tipo. 

La articulación de los actores corresponde al Estado. Las instituciones y empresas públicas y privadas, deben estar obligadas estrictamente a divulgar sus prácticas de recolección, custodia y uso de los datos.

La tecnología es imprescindible y más aún para los países en vías de desarrollo como Ecuador. La confianza que generen los sistemas empleados por instituciones y empresas, debe ser total y el rol del Estado debe estar completamente claro y ejercerse con autoridad y responsabilidad para que funcionarios, empresarios, gobiernos usen apropiadamente la información personal y los delincuentes y los responsables de las fallas en la custodia, sean alcanzados por la justicia como corresponde.

En Ecuador estamos demasiado expuestos y vulnerables. Los organismos de inteligencia del Estado han orientado sus esfuerzos a la persecución y espionaje, siendo hora de que actúen para protección de los ciudadanos y sus instituciones, dejando de ser meros reproductores de noticias que todos podemos leer en la prensa. 

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