La libre empresa y los gobiernos
Carlos Vera Quintana
Muchos ponen interesadamente en duda el rol de las empresas y empresarios independientes, y otros tantos, seducidos por éstos, dudan con convicción de este rol viendo en la libre empresa el lado maligno de la relación social, donde predomina la explotación salvaje y la injusticia que resultan de la indebida apropiación del trabajo de los demás.
Cuando las empresas son suficientemente fuertes y poderosas, y en esta época hay muchas en todo el mundo, llegan a competir con los Estados o con los Gobiernos por satisfacer las necesidades del público, lo que incluye cuestiones como la generación de obras y prestación de servicios que suministran a las comunidades bajo la figura de compensaciones por explotar los recursos naturales o cuestiones similares.
Las comunidades más pobres, en ausencia o abandono del Estado, tienen así una opción para atender distintas necesidades, cumpliéndose un principio básico de la solidaridad basado en que quienes más tienen y pagan por un bien o servicio, como el petróleo, joyas, etc., ayudan a quienes, por no tener, carecen totalmente de cuestiones básicas. Esto sin ser ideal ha funcionado y funcionará si se mantiene la inequidad producto de la corrupción y la injusticia social.
En lo político, el rol de las empresas grandes ha demostrado ser cada vez más importante. Gigantes como Apple, Microsoft, Google, Facebook o Twitter desafían el poder de gobernantes, por muy poderosos que sean, y evitan ser usados para desinformar, alimentar odio o causar el caos. Este es el caso reciente de las plataformas sociales que moderaron los mensajes incendiarios del mismísimo Trump sobre el fraude en las elecciones presidenciales en EEUU, advirtiendo sobre su posible condición de falsos, evitando que sean repetidos, reenviados o incluso marcados como favoritos o me gusta, y acompañando estos mensajes con numerosas noticias de contraste para promover el análisis crítico de los lectores.
Aún el poderoso Trump en países donde la libre empresa y la libre expresión se respetan, es moderado. Viva la empresa privada y libre!
En el ala opuesta, es decir los países de estricto control estatal, no existen estas opciones que son simplemente bloqueadas y el ciudadano se informa solo de aquello que el Caudillo o tirano quiere para mantener el culto a su imagen y a la falsa democracia o decisión propia, que en realidad no les pertenece porque todo es manipulado, hasta los reflejos, para mantener un Statu Quo en el cual la libre empresa, que incluye a los medios de comunicación, jamás están presentes.
En democracia, con libre expresión, con empresas e individuos identificables fuera de la masa uniforme, este ecosistema regido por normas y sentido común de altas condiciones éticas (al menos en este campo) funciona como debe funcionar un sistema social equilibrado en poderes y en capacidades.
En pseudo democracias, donde el Estado es protagonista único o predominante, los bonos y subsidios son la receta clientelar y el Caudillo tiene la última palabra, haciendo que las gallinas se contenten con comer uno que otro grano de maíz, aún cuando sean pluma a pluma reducidas a la nada.
Con un rol claro el Estado, con ciudadanos conscientes y críticos, con normas y autoridades que todos respeten el sistema funciona, se regula y perfecciona. La renovación de sistemas, de gobernantes y de políticas es la clave para que el sistema crezca y se regenere en beneficio de una democracia real en la que se pueda opinar, aún en contra del líder, sin temor a ser expulsado, excluido o aniquilado por quienes, en teoría, deben protegernos.
Punto para la Libre Empresa que demuestra ser sinónimo de libertad!
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