El ser humano siempre ha dependido, en mayor o menor medida, de los utilitarios para cuestiones básicas que se transforman en esenciales, aun cuando poco antes fueran inexistentes. Desde la energía eléctrica, a las telecomunicaciones y ahora desde la Internet a las apps, nuestra dependencia va cambiando de tono pero principalmente de intensidad, a menudo sin que lo percibamos.
Esa falta de conexión con la realidad que nos rodea es uno de los efectos más desvastadores del consumismo y de la dependencia creada, pues asumimos como normales las extremas invasiones de estos "servicios" en nuestras vidas, y casi sin darnos cuenta les vamos cediendo por comodidad y sin reparos, nuestra privacidad, autonomía y control, aun cuando, en ocasiones, tenemos oportunidad de concientizarnos sobre el real nivel de dependencia de aquello que consideramos que siempre va a estar ahi y cuya presencia parece inocua, útil y normal.
El último ejemplo de estas raras oportunidades, nos lo proporcionaron las apps como facebook, instagram y whatsapp que dejaron de funcionar por unas 5 horas creando caos y desolación en nuestras vidas, nuestro entorno y nuestra realidad.
Los niveles en se expresa esta irrupción y su ausencia tienen varias etapas:
1. Negación: No creemos que el servicio (omnipresente) se haya caido realmente. Reiniciamos, revisamos, reintentamos y consultamos con otros, hasta cerrcionarnos de que realmente se han caido. A veces esto puede tomar horas pues nuestra dependiente confianza no nos permite pensar siquiera que algo tan esencial puede fallar.
2. Autoestima: La consideración que uno tiene de sí mismo nos lleva a pensar que podemos vivir tranquilos sin los servicios que consideramos accesorios. En esta etapa la revisión constante de nuestros aparatos para verificar si ya todo volvió a la normalidad es la norma.
3. Angustia: Se genera al comprobar que los minutos pasan y aun estamos "completamente aislados del mundo".
4. Desesperación: Un estado casi cataliptico, de muerte evidente, en la que perdemos nuestros signos vitales cuando los minutos se transforman en horas y el servicio no se restablece. En estos momentos la situación es generalizada y contagiosa.
5. Esperanza: Aquella etapa en la cual creemos que todo se soluciona con buscar otras dependencias. Por millones se migra o abren nuevas cuentas en apps alternativas, que algun momento serán nuestra próxima dependencia.
6. Euforia: El momento en que poco a poco volvemos a la "normalidad" es decir a la dependencia absoluta.
Sin embargo debemos analizar las reales consecuencias de la situación que incluyen:
1. Incomunicación pues ya no estamos acostumbrados a hablar. Lo usual es enviar mensajes, fotos, memes, mensajes de voz. Y lo mismo les sucede a quienes estan junto a nosotros, con quienes no pensamos siquiera en hablar.
2. Grandes pérdidas económicas por no poder trabajar con servicios que dependen de las apps que se han desconectado. Así, tenemos que muchos sitios web, banca, servicios, utilidades, trabajo, comunicaciones, etc etc etc., tenían como forma de acceso el ingreso con nuestra cuenta de face o la doble verificación con nuestra cuenta de Whatsapp o la venta con nuestra cuenta de Instagram. Y nada de eso estaba activo.
En este punto el problema es realmente grave pues aparte de la comodidad y normal frustración interna empiezan las consecuencias reales de dependencia ya no solamente en lo personal, sino en lo profesional e institucional de apps y servicios que en cualquier momento podrían quedar inhabilitadas y cuya falta puede ser más letal de lo que jamás pensamos.
No hay soluciones simples para todo esto, solamente el viejo adagio de no poner todas los huevos en una misma cesta, para prevenir cuando existan problemas en la cesta y con los huevos.
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Carlos Vera Quintana es consultor de Tecnología y usuario dependiente de las apps.